

El Humanismo
Durante el siglo XV se forjó en Italia un movimiento de renovación cultural que se extendió por Europa en la primera mital del siglo XVI. La mentalidad medieval, que situaba a Dios en el centro del mundo, cedió el paso a una nueva manera de pensar que ponía al hombre como centro del mundo. Por eso se llamó Humanismo.
Los literatos y artistas comenzaron a interesarse por los autores y las obras de los clásicos grecolatinos, originando un renacer de la cultura de la Antigüedad. Por ello, se califica de Renacimiento a la expansión culrural y artística del siglo XVI.
Principales características del Humanismo:
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Exaltación del ser humano, al que consideran como el único dotado de razón y libertad. Rechazo a la mentalidad medieval centrada en Dios.
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Inspiración en la cultura grecolatina. El estudio de la lengua griega permitió la traducción de los grandes autores griegos, sobre todo Platón y Aristóteles.
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Interés por la ciencia y el progreso técnico con la difusión de un nuevo espíritu científico basado en la observación y la experimentación.
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Utilización de las lenguas vernáculas como vehículos de transmisión cultural en sustitución del latín y el griego. La Biblia fué traducida a estas lenguas.
Muchos humanistas pretendieron unir la herencia de la cultura clásica, el interés científico y los valores cristianos. El máximo representante de este Humanismo cristiano fué Erasmo de Rotterdam.
La expansión del Humanismo
La difusión de la nueva manera de pensar vino impulsada por la invención de la imprenta, que facilitó la impresión de los libros en grandes tiradas y el aumento del número de lectores. Al principio, debido a su elevado coste, sólo algunas ciudades importantes contaban con imprenta, pero pronto se extendió por toda Europa, y a lo largo del siglo XVI se publicaron cerca de 200.000 títulos.
Las Academias fueron la impulsoras del pensamiento humanista, centrando sus estudios en la Lengua, la Literatura y la Filosofía. En ellas, bajo la protección económica de un mecenas, los eruditos se dedicaban a la traducción de manuscritos y al intercambio de ideas.
Las Universidades, como las de Bolonia, Padua, Florencia, Lovaina y Alcalá de Henares, tuvieron un importante papel en la creación y transmisión de nuevos conocimientos.

